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LYNUS Y EL CETRO MAGISTRAL
Hace más de cuatrocientos años, nació en Racisia el mayor héroe de todos los tiempos. Era el príncipe del país, Lynus. Su pero era negro y liso, ni muy largo ni muy corto; sus ojos, marrones y con una mirada penetrante. En ellos residía su poder, pues con una sola mirada, podía poner a cualquiera a su servicio. En cuanto al resto de su cuerpo, tenía una esbelta figura y era muy ágil.
Cuando se hizo algo mayor, empezó a entrenar su poder y a desarrollar sus dotes de caballero hasta convertirse en el más prestigioso hombre de todo el reino, por lo que recibió los más diversos regalos, entre los que destacaban el Cetro Magistral y su fiel y mejor amigo, Torme. Este era una especie de salamandra voladora cuya única misión era protegerlo.
En cuanto al Cetro Magistral, se murmuraba que tenía los tres dones más codiciados por los humanos: omnipresencia, omnisciencia e inmortalidad.
Lynus iba de reino en reino ganando torneos a lomos de Torme, pero un día su suerte cesó.
Se encontraba de camino al reino de Pinoat cuando un mensajero le avisó de la desaparición del Cetro. Él, muy preocupado, puso rumbo a Racisia, pues sabía que el Cetro había sido robado y que tendría que plantar cara al malhechor.
Al llegar, observó el palacio desierto y el Cetro en el medio del salón principal. ¡Todo era una trampa! En realidad, el mensajero no era más que una ilusión creada por el poderoso Damón para atraerle a lo que debería ser su final.
- Bienvenido seas, Lynus. Te estaba esperando - Dijo Damón seguido de una sonora carcajada -. Tenía ganas de conocerte.
- ¿Quién eres? - Preguntó Lynus -¿Y qué has hecho con los habitantes de mi país?
- Soy el Gran Damón. Rey de las Tinieblas, Señor del Dolor y legítimo heredero de Haze.
- ¡Oh, no! - Exclamó Lynus al recordar la enemistad entre sus dos países - Así que estás aquí por eso, ¿no? ¡Quieres saber el funcionamiento del Cetro!
- Muy astuto, joven -Apuntó Damón -. Ahora, ¡enséñame a dominarlo!
- ¡Jamás! - Gritó Lynus furioso - ¡Por encima de mi cadáver!
- Si así lo deseas, así será - Contestó Damón con una sonrisa burlona.
De la nada apareció un enorme ejército de soldados armados hasta los dientes, a los que Damón ordenó acabar con Lynus. Este pudo defenderse de ellos y salvarse, pero no sabía que lo peor todavía estaba al caer...
El cielo se oscureció. ¿Qué estaba pasando? De repente descendió una bestia sin igual; la peor pesadilla de Lynus... ¡Damón estaba controlando a Torme mediante un hechizo y lo iba a obligar a luchar contra él!
Lynus no tuvo más remedio que enfrentarse a Torme en una encarnizada batalla de la que salió victorioso.
Damón, al verse derrotado, huyó a otra dimensión para estar a salvo y devolvió a toda la gente secuestrada a su hogar.
No obstante, todavía había un problema: ¡Torme, a salvo ya del control de Damón, yacía moribundo! Lynus, que no podía soportarlo, lo tranquilizó con su poder hipnótico y, sin pensarlo dos veces, le otorgó el don de la inmortalidad del Cetro a su preciado amigo.
Así, Torme sobrevivió y toda la gente vivió tranquila en Racisia.
Tiempo después, Lynus fue nombrado Consejero Real, al haber demostrado su honradez, valentía y generosidad, hasta convertirse, al final, en el Rey de Racisia.
Luis Merchán.
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Hasta pronto, Luis.
